DEBUT EN UNA COMPETICIÓN EUROPEA

            El sexto puesto logrado en la Liga 1990/91 iba a suponer la clasificación para disputar la Copa de la U.E.F.A. en la temporada siguiente, lo que significaba debutar en una competición europea.

            El gran final de temporada, en el que se llevó a la máxima expresión la principal virtud de aquel equipo entrenado por Irureta (la seguridad defensiva), lo haría posible, si bien habría de esperarse por la disputa de la Copa del Rey para poder celebrarlo. España tenía derecho a cuatro plazas para la Copa de la U.E.F.A., en principio para los clasificados 2º, 3º, 4º y 5º. Pero la consecución de la Copa del Rey por el 2º clasificado (At. Madrid) merced a un gol en la prórroga de su jugador ALFREDO al finalista R. Mallorca, permitiría que el equipo ovetense adquiriese la plaza que los colchoneros dejaron libre al clasificarse para disputar la Recopa de Europa.

            El Real Oviedo no vería batida su portería (defendida por «VITI») en ninguno de los últimos cinco encuentros. Tras empatar sin goles en casa frente al Osasuna y repetir resultado una jornada después en el partido de la máxima contra el Sporting en el Molinón, batiría por un cómodo 3-0 al At. Madrid en el Tartiere antes de volver a empatar 0-0 en el Nou Camp frente a un Barcelona al que los oviedistas habían tomado la medida en aquellos años, pese a contar con el bautizado como "dream team". Llegaron a encadenar cinco partidos de Liga consecutivos sin perder contra los culés (3 victorias y 2 empates), algo de lo que ningún otro conjunto podía presumir.

            Otra victoria por 3-0 contra el Castellón puso el broche a una gran campaña. Pero al término de aquel encuentro la sensación que quedó, al no poder festejar la clasificación en aquel instante, era la de recordar lo sucedido unas semanas atrás en el partido frente al Sporting, lamentando la no señalización por parte del colegiado Ramos Marcos de un claro penalty por un flagrante agarrón a BANGO en las postrimerías del encuentro, cuando éste encaraba la portería, que de haberse transformado en gol hubiese supuesto superar a los sportinguistas en la tabla clasificatoria y ocupar el quinto puesto.

            Aunque con retraso, la clasificación para disputar la Copa de la U.E.F.A. se pudo festejar y el sorteo iba a querer que se emparejasen dos equipos debutantes en esas lides, pese a tener una larga historia tras de sí. El rival, el Genoa italiano, decano del fútbol transalpino (fundado en 1893) y ganador de hasta 9 scudettos, si bien todos ellos a finales del siglo XIX y comienzos del XX (el último en la temporada 1923/24) y que no sabía lo que era ganar un título desde que se proclamase vencedor de la Copa de Italia de 1937.

            Como los oviedistas, habían vivido épocas gloriosas en los tiempos en los que no se celebraban competiciones internacionales entre clubes, y el cuarto puesto en el Calcio anterior les iba a permitir debutar en Europa poco antes de cumplir el centenario. En todo caso, deportivamente no se había tenido nada de fortuna, pues el mero hecho de tener que jugar contra un rival del calcio lo hacía más peligroso que incluso los cabezas de serie que entraron en un bombo donde eran abundantes los equipos de mucho menor potencial.

            Además de por su glorioso pasado, el Genoa era famoso por su fiel, animosa y pacífica afición. Y a fe que lo iban a demostrar en el bautismo europeo frente a los carbayones.

            El partido de ida de 1/32 de final de la Copa de la U.E.F.A. 1991/92 se iba a disputar en Oviedo y las circunstancias quisieron que el jueves 19 de septiembre de 1991 quedase marcado para siempre por mucho más que por el debut europeo de dos históricos equipos de fútbol y por la curiosidad de que fuese una fecha fácil de recordar por ser capicúa (19/9/1991). Más de 7.000 tifosis genoveses llegaron a una capital del Principado que celebraba aquel día el desfile del día de América en Asturias y que vivía las tradicionales fiestas de San Mateo, integrándose perfectamente en la ciudad y confraternizando con sus habitantes con un comportamiento ejemplar y digno de admiración.

            Las coreografías que desplegaron en el Carlos Tartiere confirmaron la fama con que venían precedidos sus aficionados y junto con los seguidores azules, crearon un espectacular ambiente nunca visto con anterioridad hasta a quel día.

            En el aspecto deportivo, bajo las órdenes del colegiado sueco Fedriksson, jugaron por el Real Oviedo: «VITI», ZÚÑIGA, GORRIARÁN, LUIS MANUEL, JERKAN, ELCACHO, VIÑALS, «BERTO», BANGO, CARLOS y LACATUS. En la 2ª parte entraría «PACO» sustituyendo a BANGO y JANKOVIC a LACATUS, la estrella que se había fichado para el debut en Europa. El Genoa alineó a: BRAGLIA, TORRENTE, FERRONI, SIGNORINI, CARICOLA, ERANIO, BORTOLAZZI, ONORATI, RUOTOLO, AGUILERA y SKUHRAVY. FIORIN y PACCIONI sustituirían en las postrimerías del encuentro a RUOTOLO y FERRONI, respectivamente.

            Los carbayones habían comenzado la nueva temporada prolongando la imbatibilidad del final de la anterior y se presentaron al encuentro sin que «VITI» hubiese tenído que recoger ningún balón de las redes (0-0 frente al R. Mallorca, 0-1 en la visita al campo del Espanyol en Barcelona y 2-0 contra la Real Sociedad en las 3 primeras jornadas ligueras), cosa que mantendrían el partido frente a los italianos de la Liguria.

            Un solitario gol de BANGO en un doble remate a portería a la salida de un córner, daría al Real Oviedo una victoria por 1-0 en su primer partido europeo. La eliminatoria estaba en el aire, pendiente del partido de vuelta, pero se había logrado una ventaja en una jornada inolvidable para todos los presentes.

            El 3 de octubre tendría lugar el partido de vuelta en el estadio Luigi Ferraris (antiguo Marassi). El ambiente de los más de 40.000 espectadores que abarrotaban el mítico escenario, remodelado totalmente para el reciente Mundial de 1990, superaba todas las expectativas. Alrededor de mil oviedistas acompañaron a los azules. La desproporción en las gradas era abismal, pero el equipo tenía ventaja en el marcador de la ida que, aunque mínima, podía servir, sobre todo si se lograba marcar.

            Irureta hizo dos cambios en la alineación con respecto al primer partido: SAÑUDO y RIVAS ocuparían los sitios de LUIS MANUEL y VIÑALS, relegados al banquillo. En los italianos, el entrenador Osvaldo Bagnoli tampoco realizó grandes cambios, si bien uno de los que hubo era sonado, por cuanto volvía al once inicial el brasileño BRANCO, lesionado para el partido de ida y que era todo un ídolo en Génova. Estaba considerado uno de los mejores chutadores del momento y sus lanzamientos de faltas eran famosos.

            El Oviedo salió con bastantes precauciones defensivas intentando aguantar el presumible acoso genovés de los primeros instantes. Cuando habían transcurrido los primeros 20 minutos y el primer objetivo parecía cumplido, el checo SKUHRAVY ganó la espalda a GORRIARÁN y lograba de cabeza el 1-0 que igualaba la eliminatoria.

            Aunque el Genoa llevaba el mando del partido, los oviedistas no pasaban grandes agobios, si bien les costaba mucho llegar al área del rival. Pero en el tramo final de la primera parte, un fallo del portero local iba a dejar un balón franco a los pies de CARLOS quien, a puerta vacía, lograría el 1-1 con el que se llegaría al descanso.

            La eliminatoria había cobrado un tinte muy favorable y en la reanudación el Real Oviedo había tomado incluso el mando del partido. El 1-2 parecía cercano cuando tras no pitar el colegiado alemán Schmidhuber un penalty que le fue reclamado, LACATUS sería expulsado por una agresión al uruguayo AGUILERA, que le había ido a provocar mientras se quejaba de una salvaje entrada de TORRENTE que no fue castigada por el árbitro. Los jugadores del Genoa supieron aprovecharse del poco autocontrol de LACATUS (su pasado como jugador de la Fiorentina había generado conflictos antiguos que salieron a la luz durante el encuentro), que picó el anzuelo y dejó a su equipo en inferioridad numérica cuando faltaba menos de media hora para el final de una eliminatoria que tenía claro color azul en ese momento.

            El giro que dió la situación fue brutal. Schmidhuber permitió el juego violento de los italianos (no se atrevió a expulsar a BRANCO, TORRENTE y SIGNORINI, a quienes perdonó bien la tarjeta roja directa o la segunda amarilla). Además, con un jugador menos el Oviedo se replegó en exceso para defender el marcador. El Genoa se lanzó al ataque y comenzó un acoso sin tregua. BANGO y CARLOS dejarían sus puestos a VIÑALS y «PACO» y CARICOLA pondría el 2-1 en el marcador tras un gran disparo desde fuera del área cuando faltaba poco más de un cuarto de hora para el final.

            La defensa numantina de un resultado válido por el valor doble de los goles fuera de casa parecía que iba a tener un final feliz pese a la agonía que se estaba viviendo. Pero en el último minuto, otra vez SKUHRAVY iba a aparecer para echar por tierra el sueño de pasar la eliminatoria. Haciendo valer su corpulencia, ganó en el salto a JERKAN y conectó otro cabezazo ante el que nada pudo hacer «VITI».

            La forma como se había producido la eliminación supuso una gran decepción. No obstante el debut en Europa había sido más que digno. Pese a que se pensaba que el bajo estado de ánimo iba a pasar factura en el partido de Liga a jugar tres días más tarde en el Nou Camp frente al poderoso Barcelona, la reacción del equipo sería sorprendente pues se vencería por 1-2.