EL VERDADERO ORIGEN DEL FÚTBOL EN OVIEDO |
Pedro
Rubín
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OVIEDO FOOT-BALL
(1903): M. Navia Osorio, Luis Navia Osorio, Victorero
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L. Campa, Meana,
Ceballos
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Ramos, De la
Riva, P. Rubín, Pelayo y Bernardo
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Por extraño que pueda parecer, el origen del Real Oviedo está muy relacionado con el genio, la rebeldía, la independencia y la pizca de mala leche que de siempre caracterizó a mi familia paterna, especialmente a los hermanos de mi abuela, doña Luz González Rubín, más conocida por "la de Rubín". |
Mi abuela Luz tenía genio y no era difícil de
cabrear, pero a los nietos nos quería mucho y siempre nos daba
un duro para "los caballitos". Se había educado como
las chicas bien de finales de siglo, es decir, que montaba magníficamente
a caballo, y apenas sabía escribir. Cuando, ya mayor, un amigo
de confianza la vio firmar con dificultad, fue y le dijo: |
Mi abuela doña Luz tenía un hermano, a quien yo conocí poco, que se llamaba Pedro, pero en familia le decíamos Perico. |
El tío Perico, como todos los Rubín Faes, tenía
el genio vivo y la ira fácil, aunque también es verdad
que se le pasaba pronto. Cuando andaba por los 13 años, es
decir, hacia 1890, iba al único colegio "bien" que
había en Oviedo a finales del siglo pasado. Una mañana,
en la clase, el profesor escribía en el encerado, de espaldas
a los alumnos, cuando se oyó una risotada que había
salido de una garganta próxima a la de Perico, y que el profesor
identificó erróneamente con la suya. El diálogo
fue el que todos hemos escuchado alguna vez en la escuela: |
Todo lo demás se puede imaginar. El final fue una bofetada del profesor a mi tío Perico, bofetada que tuvo la virtud de subirle la sangre a la cabeza, con lo que cogió Perico el tintero grande que tenía el profesor en su mesa, casi una botella, lo abrió, se lo tiró a la cabeza del dómine con certera puntería, y salió corriendo sin pararse hasta la calle Uría. |
Al maestro le salió un prominente chichón y se le escoñó el traje y mi tío Perico fue expulsado sin apelación posible. |
El padre de Perico, es decir mi bisabuelo, era hombre sensato y estaba deseoso de educar a su hijo, pero como en Oviedo no tenia dónde, pensó en algún internado allende Pajares. Poco admirador del señoritismo presuntuoso y cortesano del Madrid de la época, mi bisabuelo, en materia de educación, se movía por esquemas simples: los varones a Inglaterra, y las chicas a Francia. |
Por ello, envió a Perico a Hampstead, donde aprendió, más que nada, fútbol, llegando a ser titular indiscutible del equipo del colegio. Destacaba tanto su juego que en una visita que hizo la princesa Eulalia a la ciudad, en cuya visita presenció un partido de fútbol, se interesó vivamente por saber "quién era ese delantero que mete los goles". A1 ser informada de que era español, quiso conocerlo, y le fue presentado al final del partido. De ese momento data la foto de Perico con el balón bajo el brazo. |
Cuando regresó a España, deseoso de seguir jugando, contactó con varios amigos, y juntos formaron el primer equipo y el primer club de fútbol de Oviedo, según la información a mi alcance, que viene toda por vía de la tradición oral familiar. Entre estos amigos estaban, como se ve en la foto, los hermanos Manuel y Luis Navia Osorio, que eran ambos delanteros; Enrique A. Victorero, también atacante, y Campa, Meana y Ceballos, medios volantes. En la retaguardia jugaban Ramos, De la Riva, Pelayo y Arturo Bernardo. |
Perico, en el medio de la hilera de abajo y con el balón delante de su pierna derecha era el capitán, y jugaba más bien en la delantera. |
A pesar de su carácter vivo y vehemente, en el campo de fútbol era un perfecto caballero. Apenas hablaba, y si lo hacía era para animar a sus compañeros. Tenía un estilo bravo y viril, pero no hacía faltas y si alguna cometía involuntariamente, llevado de su arrojo, invariablemente se disculpaba. |
Ya de mayor, recordando "sus tiempos" decía: "Es más difícil saber perder que saber ganar. Para saber ganar basta con jugar bien o con un golpe de suerte. Para saber perder hay que tener educación y dominio de uno mismo, lo que es más difícil de alcanzar". |
Aunque no era nada pusilánime (más bien lo contrario), creo que si levantara hoy la cabeza, probablemente se asustaría, no tanto por los ríos de tinta, dinero y palabras que ha hecho verter en este siglo el equipo que él contribuyó decididamente a fundar, gracias al "tinterazo", sino por la ausencia de caballerosidad y educación en tantos y tantos campos de España y de todo el mundo. |
Estoy convencido de que si don Pedro Rubín viera que un jugador no devuelve el balón al contrario cuando éste lo lanza voluntariamente fuera para atender a un compañero lesionado, si lo pudiera ver, digo, seguro que se le volvía a subir la sangre a la cabeza, perdería su compostura de jugador sereno y buscaría rápidamente un tintero grande casi una botella para lanzárselo al maleducado futbolista que tan villanamente se hubiera comportado. |
JOSÉ
MARÍA IZQUIERDO ROJO (publicado en LNE el 4 de abril de 1994)
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