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BUSCANDO UN SUSTITUTO PARA LÁNGARA

Lángara
Soladrero
Chas
Echevarría
Cabido
         
Lángara
Soladrero
Chas
Echevarría
Cabido

            En materia futbolística y hablando del Real Oviedo, la Guerra Civil había truncado de cuajo las expectativas de un equipo llamado a grandes logros que si por algo destacaba sin discusión era por su delantera, una máquina perfectamente creada para marcar goles. Y si algo destacaba sobremanera en esa delantera de lujo era su ariete. No hay más que echar un vistazo a los números de LÁNGARA para constatarlo.

            La fama de Isidro LÁNGARA abarcaba todos los confines del mundo futbolístico: alto, fuerte, con cara de niño, que golpeaba el balón fenomenalmente con ambas piernas. Sus disparos, en muchas ocasiones dejaron dedos retorcidos de porteros que temían sus fogonazos. En España, no eran pocos los guardametas que se soplaban las manos ante los tiros de LÁNGARA. Pegaba a la bola de tal manera, que parecía que la odiaba, aunque después de cada gol se reconciliaba con su "vieja" llenándola de besos y colocándola gentilmente en media cancha para golpearla nuevamente.

            La selección vasca, que estaba plagada de internacionales con la selección española, llegó a México en 1937 tras su gira europea huyendo de la guerra. La afición mexicana sabedora de aquel gol de antología que LÁNGARA había marcado en la Unión Soviética a tal distancia que el árbitro hizo examinar la bota del delantero— fue a recibirlos con júbilo. Eran cientos, tal vez miles de personas las que acudieron a la estación de tren. Bajaban los integrantes de la selección vasca y recibían aplausos y porras. Pero, en cuanto LÁNGARA puso un pie en tierra de indios, la brecha se cerró en torno a él. Isidro sintió de pronto que volaba por los aires. La afición azteca lo había tomado de las piernas y lo paseaba en hombros y así fue sacado de la estación arrollando a su paso señoras, niños, hombres y hasta policías y todo esto con acompañamiento de gritos de entusiasmo:
- ¡Lángara!, ¡Arriba Lángara!, ¡Viva Lángara!...

            Y LÁNGARA respondió en la cancha. Los vascos ganaron casi todos sus partidos jugados en México y casi todos los goles provinieron de Isidro. Los aficionados de aquella época no pueden olvidar en especial una anotación que le hizo a la selección nacional el 12 de diciembre de 1937. "Pipiolo" ESTRADA, portero mexicano, hizo un largo despeje hacia la media cancha. LÁNGARA, veinte metros fuera del área rival, vio pasar el balón encima de su cabeza, dio media vuelta y de espaldas a la portería mexicana, la pescó con el pie derecho. El balón viajó por el aire y se incrustó en las redes. Era la primera vez que en México se veía un gol de chilena y de esa distancia, ¡imagínense! (así lo narró Carlos Calderón).

            En 1939, acabada la guerra, decidió irse a jugar a Argentina (el Real Oviedo no le impidió su fichaje por el San Lorenzo de Almagro) y, como no podía ser de otra forma, se convirtió en un ídolo. Marcó 113 goles en los 121 partidos que disputó durante su estancia en el equipo argentino. Por todo ello no es de extrañar que la sombra de LÁNGARA en Oviedo era tan alargada que resultó casi una obsesión el buscarle un sustituto y que siempre estuviese en la mente de todos su regreso. Tras el paréntesis de la temporada 1939/40 sin competir, el equipo ovetense se fue rehaciendo poco a poco y con muchas dificultades. El ala izquierda de la 2ª delantera eléctrica («HERRERITA» y «EMILÍN») fue lo único que se mantuvo de ella. Por la derecha, como «CASUCO» fue uno de los que no sobrevivió a la contienda y GALLART, si bien regresó, ya jugó poco, «ANTÓN» y «GOYÍN» les relevaron (este último terminaba jugando casi siempre a pesar de que casi todas las temporadas se fichaba a alguien para suplirle) con éxito. Pero faltaba sustituir a quien parecía insustituible.

            «ANTÓN» actuó como delantero centro hasta que con el regreso de SOLADRERO pasó a ser éste quien ocupó esa demarcación con más asiduidad, pese a que no era su puesto. A este vasco lo había fichado el Oviedo procedente del Betis en 1934, desembolsando una importante cantidad para la época. Actuaba de medio centro y llegó a ser internacional vistiendo la elástica azul. Jugó cedido en el R. Zaragoza junto con «ANTÓN» en la temporada 1939/40 y a su vuelta, no sin serios problemas por su negativa inicial a regresar, se convirtió en el centro delantero del primer Oviedo de posguerra. En 1942 se desvinculó definitavente del club tras marcar dos goles el 4 de junio en el partido de promoción por la permanencia en 1ª división frente al Sabadell en Madrid (3-1).

            Para la temporada 1942/43 son fichados dos delanteros centro dentro de esa búsqueda contínua por el sucesor de LÁNGARA. Un hombre experimentado como era el gallego CHAS, procedente del Español de Barcelona y que había explotado como goleador durante su estancia en Santander y un joven vasco de 19 años que jugaba en el Indauchu, Esteban ECHEVARRÍA.

            CHAS era el típico delantero "tanque", impetuoso, arrollador, al más puro estilo inglés de la época. Destacaba por un soberbio remate de cabeza hasta el punto de ser bautizado como "el de la cabeza divina". Tenía la confianza del entrenador Manuel Meana y jugó hasta que una lesión posibilitó le entrada de ECHEVARRIA. Sólo intervino durante sus años de estancia en Oviedo en un total de 35 encuentros de liga obteniendo 18 goles. El 14 de enero de 1945 le marcó él sólo cuatro goles al Barcelona (6-0). El 10 de octubre de 1947 abandonó el club para jugar en el R. Murcia.

            ECHEVARRÍA no pudo aprovechar mejor una lesión de su compañero para debutar y hacerse con el puesto relegando a CHAS, pues el 8 de noviembre de 1942 se estrenó como goleador del club azul en la victoria por 0-5 en Nervión contra el Sevilla («HERRERITA» -2-, «GOYÍN» y «ANTÓN» hicieron los otros) vengando el humillante 10-0 encajado la temporada anterior. Destacaba por su gran disparo y por ello surgió aquello de que el ariete ideal debería tener "la cabeza de Chas y los pies de Echevarría". Comenzó a meter goles, iba camino de la fama cuando fue atropellado por un coche cuando se dirigía a presenciar una corrida de toros durante las fiestas de San Mateo, el 16 de septiembre de 1944 (a punto de iniciarse la temporada), lo que le obligó a tener un participación intermitente a lo largo de la campaña. La posterior aparición de una pleuresia traumática le obligó a apartarse de la práctica deportiva durante un largo periodo, pasando casi en blanco la siguiente temporada, la 1945/46. Pese a que parecía que su vida futbolística se había terminado, se recuperó y volvió a marcar goles. Hasta llegó a completar la que para los que lo vieron fue su mejor actuación: temporada 1947/48, 7-1 al R. Madrid (que llevaba un mes aplicando la innovación que suponía jugar con las camisetas numeradas "al estilo inglés") con cinco tantos suyos y dos de «HERRERITA» en pleno invierno (21/12/1947) en un día que iba a pasar a la historia del madridismo pues resultaría inolvidable durante mucho tiempo por lo que escoció esa derrota en la casa blanca. Otra grave lesión aceleró su retirada, en esta ocasión de manera definitiva, y se desvinculó del Real Oviedo al final de la temporada 1950/51 tras haber logrado 67 goles en 81 partidos de liga de 1ª división (9 en 16 encuentros de copa y otros 6 en 2ª división).

            Aparece en escena (mientras estaba convaleciente ECHEVARRÍA) procedente de Palencia, donde había tenido la última de sus varias cesiones, un joven gallego de 23 años, CABIDO y marcó en una segunda parte memorable los cuatro goles de la victoria por 2-4 en San Mamés (14/10/1945). Hizo en sólo 50 partidos en 1ª división la nada despreciable cifra de 37 goles. Tras una más que aceptable temporada 1944/45 de CHAS aprovechando la ausencia de ECHEVARRÍA, CABIDO volvería a mandarle a la suplencia.

            Cuando vuelve LÁNGARA en 1946 el Real Oviedo se encuentra con un verdadero póker de arietes: LÁNGARA, ECHEVARRÍA, CHAS y CABIDO. Cede a CHAS al Caudal de Mieres y a CABIDO al Deportivo de La Coruña. El deseado LÁNGARA lógicamente ya no era el de sus primeros años, pero aún así marcó 18 tantos esa primera temporada tras el regreso, 1946/47. Y es que hablamos de alguien que fue capaz de proclamarse máximo goleador de la competición liguera en tres paises distintos, pues tras lograrlo con el Oviedo en España, se proclamó máximo goleador en Argentina en 1940 defendiendo la camiseta de San Lorenzo de Almagro (anotó 34 tantos) y en dos ocasiones en México, vistiendo la elástica del Club España, con quien marcó 27 goles en solo 18 partidos en la campaña 1943/44, 38 en la 1944/45 y 40 en los 30 encuentros que disputó en la 1945/46. El logro de ser máximo goleador en tres paises —fue el primero en conseguirlo— sólo lo igualarían después DI STÉFANO (en Argentina, Colombia y España), ROMARIO (Brasil, Holanda y España) y VAN NISTELROOY (Holanda, Inglaterra y España).

            En plena recuperación de ECHEVARRÍA un día dijo LÁNGARA: "si tienen a un chaval así, ¿por qué me traen desde América? Éste es mejor que yo". En la temporada 1947/48 regresa de su cesión en La Coruña CABIDO. LÁNGARA ya no es titular indiscutible (cumpliría los 35 años en su transcurso) y decide volverse a México.

            Serán ECHEVARRÍA y CABIDO quienes terminen la década disputándose el nueve tras la marcha del inolvidable Isidro, quien en el siglo XXI sigue ostentando récords en el fútbol español de difícil superación. Sigue siendo el único futbolista que ha logrado tres hat tricks consecutivos en el torneo liguero (jornadas 9ª, 10ª y 11ª de la temporada 1934/35), el que menos partidos ha necesitado (82) para alcanzar la cifra de 100 goles en la misma competición y quien tiene el mejor promedio goleador en el equipo nacional (17 goles en 12 partidos).

 
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