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LA REBELIÓN DEL VESTIDOR ROMPIÓ LA INERCIA

rueda de prensa plantilla
 
la plantilla en la rueda de prensa negando ser responsables de lo sucedido

            Como era de esperar después de 12 largos años penando por las categorías no profesionales del fútbol español, el regreso a la 2ª división de cara a la temporada 2015/16 se vio acompañado de una sensación de euforia. Si bien los años del barro se aceptaban como mal menor, como el duro pago que había que hacer para lograr el objetivo de evitar la desaparición del Real Oviedo, quien más y quien menos confiaba en que la recuperación deportiva de la entidad no fuese a durar tanto. No obstante, una vez en la categoría de plata y con la cuestión económica encauzada gracias a las aportaciones de Arturo Elías al frente del Grupo Carso, esa euforia era comprensible, dado el tiempo transcurrido. Y es que en 2003 se había evitado la desaparición al vencer la guerra futbolística que se vivió en Oviedo contra el alcalde Gabino de Lorenzo, y sacar adelante el proceso concursal al que obligó la calamitosa gestión de Celso González y Eugenio Prieto. Y en 2012 de nuevo se había logrado salvar la entidad que Alberto González había vuelto a poner en un claro riesgo de desintegración con la connivencia, otra vez, del alcalde de Lorenzo, al aportar la afición 2 millones de euros que propiciaron el posterior desembarco del grupo propiedad de Carlos Slim.

            Ya que el fútbol es un estado de ánimo, lo deportivo estaba acompañando en esa primera temporada del regreso, hasta el punto de que los azules, recién ascendidos y con parecido bloque al de la campaña anterior, figuraron desde el principio en la zona alta de la tabla clasificatoria. Sin alardes futbolísticos, la inercia que se traía después de un año de claro dominio en 2ª "B", parecía bastar para estar peleando por un segundo ascenso consecutivo que permitiese el regreso a la 1ª división.

            Al concluir la jornada 29ª, y pese a haber perdido los dos últimos choques, los azules eran terceros en la tabla, un puesto que habían ocupado en varias ocasiones a lo largo de la campaña. Restaban 13 jornadas y ni siquiera se renunciaba a un ascenso directo que estaba únicamente a 3 puntos de distancia.

            En el primer entrenamiento posterior a la derrota ante el R. Valladolid de esa jornada 29ª, las cámaras de la Televisión Autonómica capataron el enfrentamiento verbal entre el entrenador Sergio Egea y varios futbolistas que sería el detonante de todo lo que iba a suceder. Visiblemente enfadado ante unas risas y unos comentarios procedentes de un grupo de futbolistas de los menos habituales en las alineaciones, Egea dio por concluído el entrenamiento conminándoles a entrenar, competir y callarse la boca, a la vez que les indicaba que se lo fuesen a contar todo "al otro", recriminándoles que era él quien se la jugaba y quien los defendía.

            Una vez que el incidente transcendió, el ambiente se enrareció hasta el punto de motivar la celebración de numerosas reuniones en todos los ámbitos de la entidad, hasta que se hizo pública la dimisión por parte del entrenador, que se hacía a un lado al entender que no contaba con el respaldo de la plantilla. El Director Deportivo Carmelo del Pozo y el hombre fuerte del Grupo Carso en Oviedo Joaquín del Olmo comparecieron en rueda de prensa junto a Sergio Egea, cuando ya no era posible dar marcha atrás, pese a los intentos de convencerle por parte de Arturo Elías desde México. La decisión era irrevocable. Egea entendía que los futbolistas no estaban con él y no quería ser un problema. Se fue recibiendo el cariño de la afición.

 
Egea despidiéndose en el Tartiere
 
Sergio Egea despidiéndose de los aficionados
 

            Un suceso tan extraño en el mundo del fútbol, como es tener que buscar nuevo preparador cuando los resultados son buenos, iba a tener consecuencias muy negativas para afrontar el final del campeonato, el que se dice decisivo. Los jugadores negaron haberle movido la silla, si bien dejaron entrever veladamente aspectos como el de que los partidos no se preparaban convenientemente, poniendo en duda la validez del técnico. Mientras el club peinaba el mercado buscando entrenador, cuando ya había una terna de candidatos, la plantilla se posicionó abiertamente a favor de que quien se había puesto al frente como entrenador provisional David Generelo, continuase hasta el final de temporada. Generelo había sido compañero suyo la campaña anterior y se había retirado de la profesión al inicio de la que estaba en disputa, ante los problemas físicos que sufría. Convencieron a Arturo Elías y así fue que se determinó que fuese él quien concluyese la temporada como entrenador.

            Con un ambiente muy enrarecido que en nada ayudó, el conjunto que marchaba tercero en la tabla con serias opciones de ascender, incluso directamente, únicamente ganó 4 de esos 13 partidos que restaban para el final de la Liga. El equipo se fue viniendo abajo tras lo sucedido y los 13 puntos sumados de 39 posibles (el 33%) con Generelo al frente, convirtieron la ilusión existente por el ascenso en un triste final de temporada. Los azules terminaron novenos, perdiendo los 4 últimos enfrentamientos. En terminología sudamericana lo ocurrido quedó como una cuestión del vestidor.

            En definitiva, la sensación de haber perdido una ocasión histórica fue lo que quedaría para el recuerdo. Puede que Sergio Egea tuviese muchas limitaciones como entrenador. Para su desembarco en el Real Oviedo no había sido una de las primeras opciones, y puede que en el éxito que supuso la vuelta al fútbol profesional hubiese tenido mucha más importancia que la labor del míster, el haber confeccionado un plantel muy superior al resto, que Egea se limitó a llevar con discrección, evitando la generación de conflictos. Si bien es cierto que nadie sube por inercia, hay casos en el mundo del fútbol de conjuntos que encadenan más de un ascenso seguido, con plantillas similares, sin que se entienda muy bien el porqué ofrecen un rendimiento muy superior al que se les supone. Pero el caso es que a veces pasa, y esta era una situación de esas en las que más certeza tenía la frase de que el fútbol es un estado de ánimo. Aquí se pasó de uno muy alto a otro muy bajo en muy poco tiempo, el de la salida de Sergio Egea.

            Nunca sabremos qué hubiese ocurrido de no haberse producido el incidente y Egea hubiese terminado la campaña en el banquillo. Lo que sí sabemos es que lo sucedido en el vestidor se llevó por delante un final de Liga con un Real Oviedo en la ola buena, sin presión y aspirando a todo. En definitiva, que se había desperdiciado una oportunidad histórica.

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